jueves, 29 de mayo de 2014

Los accidentes en las automudanzas



Cuando, después de doce años trabajando en mi pueblo, mi jefe me dijo que cerraban la sucursal y que tenía que trasladarme a la capital, se me vino el mundo encima. No me gustan los cambios, he de reconocerlo. Hoy, un año después, me alegro de lo que me sucedió, porque si no me hubiese mudado a la ciudad, nunca habría conocido a mi actual esposa, Yolanda. Pero esa es otra historia de la que os hablaré en otra entrada.

 Supongo que muchos de vosotros os habéis cambiado de casa en alguna ocasión. ¿Es cosa mía o resulta un infierno? En el momento en que le empecé a contar a la gente que me cambiaban de oficina y que tenía que marcharme a vivir a la capital, los que me conocían bien lo primero que me dijeron fue que buscara una empresa de mudanzas. Tengo la mala costumbre de acumular cosas que no sirven para nada y a mis 41 años me había convertido en todo un experto en hacer montañas de objetos inútiles. Pese a sus sabios consejos, yo me empeñé en alquilar una furgoneta y hacer el cambio yo solo.

Dos horas después ya me había arrepentido, porque la capacidad máxima de la furgoneta no suponía ni una quinta parte de mis objetos personales. Y yo creyendo que sólo tendría que hacer un porte. Además, la mala fortuna estaba de mi lado, porque cuando iba de camino al nuevo piso, a unos 20 kilómetros, tuve un accidente con la furgoneta, por culpa de un conductor bebido que se saltó un stop... Por fortuna pude contarlo, pero sufrí una fractura de nariz y varias contusiones. Entonces ya no me quedó más remedio que contratar una empresa de mudanzas, que con un camión de gran capacidad y con personal debidamente formado para tales menesteres, se ocuparon de todo (incluso colocaron muebles y objetos en la vivienda nueva), de manera que me pude despreocupar totalmente de esas tareas. Menos mal que existen maravillosos profesionales en este sector que nos hacen la vida más fácil.

Si tienes que mudarte, no lo dudes, como hice yo: llámalos. Merece la pena. Las heridas de mi accidente, por otro lado, me duraron bastante tiempo y lo peor fue que la fractura de nariz me dejó secuelas y una desviación de la misma que afeaba mucho mi aspecto. Me sentía deprimido y ni siquiera me apetecía salir a la calle y que me vieran así. Por suerte, una compañera de trabajo de la nueva oficina tenía un hermano que trabajaba en una clínica estética y me recomendó que fuese a Clínica. Hoy soy otra persona.

En cuestión de semanas solucionaron mi problema, tras someterme a una rinoplastia que fue todo un éxito. No os imagináis lo bien que me trataron y cómo trabajan esos cirujanos. Es que no solo arreglaron el daño ocasionado por la fractura, sino que mejoraron mi nariz tanto, que todo el mundo estuvo de acuerdo en que mi aspecto resultaba mucho más atractivo. Gracias a eso y a la seguridad en mi mismo que eso me dio, conocí y enamoré a Yolanda, la mujer de mis sueños.

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